lunes, 6 de mayo de 2013

EL TEATRO BARROCO.


En el siglo XVII, crece la actividad teatral. Se crean escenarios fijos y compañías estables, se consolidan las modalidades dramáticas y aumenta el interés del público por las representaciones.
Existía un teatro popular, destinado al público en general, que se representaba en los corrales de comedias, compuestos por un patio cubierto por toldos, en el que se situaban los hombres de pie –los ruidosos «mosqueteros»–, frente al escenario, y al fondo, en la «cazuela», las mujeres, rigurosamente separadas de los hombres; y unas galerías laterales en cuyos balcones se aposentaban los nobles y gente principal. En el escenario, cubierto por un tejadillo, apenas si se utilizaban decorados, salvo unos telones pintados que separaban las escenas.



También había un teatro cortesano, destinado al público selecto de la Corte, que se caracterizaba por un mayor lujo y fastuosidad, con ricos decorados y sorprendentes artificios y tramoyas.
Una tercera modalidad era el teatro religioso, cuya tradición arranca de la Edad Media y alcanza un gran auge con los autos sacramentales, que se representaban el día del Corpus en escenarios móviles formados por tablados y carros, sobre los que se montaba

Rasgos estructurales y formales de la comedia barroca

Rechazo de la regla de las tres unidades: de acción (la obra debía desarrollar un único conflicto dramático), de tiempo (en un tiempo reducido, un día como máximo) y de lugar (en un solo espacio).
En cambio, en las comedias barrocas es frecuente la doble acción, los escenarios son diversos y distantes y la duración es variable, pudiendo abarcar varios años.

Mezcla de lo trágico y lo cómico en una misma obra, como ocurre en la vida, rompiendo así la rígida separación que existía en el teatro clásico.

División de la obra en tres actos o «jornadas», frente a los cinco del teatro clásico: el primer acto es el planteamiento o exposición del conflicto, el segundo lo ocupa el nudo o máxima tensión de la intriga, y en el tercero tiene lugar el desenlace con la resolución de la acción dramática.

Variedad del estilo, que se ajusta a la regla del decoro: cada personaje debe comportarse y hablar de acuerdo con su caracterización y estado social. Por eso, en una misma obra alternan el lenguaje culto
y el lenguaje popular e incluso vulgar.

Variedad métrica. Todas las comedias se escriben en verso, pero frente a la uniformidad métrica del teatro clásico, en ellas alternan versos largos y cortos, agrupados en variedad de estrofas: cuartetas, redondillas, décimas, romances, zéjeles, villancicos, etc.
En definitiva, se defendía la naturalidad y se adaptaba a los gustos del público: para Lope y sus seguidores, lo más importante es presentar una acción dramática divertida y asequible, que se adecue a las preferencias del público espectador, de cuya actitud más o menos ruidosa dependía el éxito de la obra.

Temas del teatro Barroco
El honor, sentimiento muy arraigado en la sociedad española del siglo XVII. Cuando el honor quedaba manchado por una ofensa, debía ser lavado incluso con la sangre. Este honor no era sólo patrimonio de la nobleza, sino que también los villanos luchaban por mantenerlo intacto.
La religión, tema muy tratado por los dramaturgos barrocos. Se cuestionan tema teológicos, siendo el más frecuente el de la Eucaristía, que dio origen a los Autos Sacramentales. Son obras de un solo acto en verso, con personajes alegóricos como el vicio, la mentira, el pecado...
La tradición nacional es otro de los temas llevados a escena: canciones populares que sirven de inspiración para crear comedias; temas de historia de España, de nuestra tradición nacional, así como una gran variedad de asuntos caballerescos, pastoriles y mitológicos.
El amor, que es un motivo fundamental en la acción dramática: los conflictos amorosos dan lugar al enredo, al equívoco y a los celos, situaciones que se resuelven casi siempre con un final feliz.
Personajes
En las obras dramáticas del Barroco se repiten con más frecuencia tres tipos de personajes:
• El galán, hombre apuesto y valeroso, portador de valores nobles como la valentía, hidalguía, audacia...
• La dama, de singular belleza, noble y con altos sentimientos amorosos.
• El gracioso, criado del galán, consejero de su amo y amante del buen comer.